Correo de Náufragos |
Wendy Guerra - Ropa interior
Dejamos sobre las duchas de los hombres nuestros cuerpos
bien amarrados a la tubería solar.
Marcamos territorio como animales en celo
con las trusas saturadas de arena y el olor sideral que los aísla.
En los baños quedan restos del sexo que les hicimos ayer,
agua de flores y velas de vainilla derramada.
Lágrimas rotas en el encaje profano de la madrugada.
He perdido mis aretes disueltos en el jabón de una lujuria breve
y las cremas señor untan tus sábanas, como veneno de diosas
argentadas.
Mira como arrebatamos la libertad de sus mentes.
Abrimos la culpa en el paraguas dilatado de la tarde.
Regresamos con sus hijos ocultándole el verdadero apellido
de sus genes.
En ropa interior leemos nuestras páginas persiguiendo sólo su
deseo,
cada línea de arroz es un gemido.
Puedo esconderme en mis sombreros, sin ser descubierta…
¿Adivinan?
Un sayo y un escudo que esquive los golpes del amor.
Hay algo más debajo del sombrero, te lo juro.
Armo el rompecabezas de las palabras sobre la cama,
un plano blanco para patinar desnudos, ropa interior negra, sin
dolor.
y aunque lo diga todo, no llega transparente a tus sentidos.
No lo entiendes. Tendrías que aprender a desnudarme.
Dejamos la antropología de un asentamiento grave,
un asentamiento cercano a esta cultura débil, sexo fuerte,
inseguro, desterrado.
Leo las líneas que subraya el editor pero no fumo,
no alivio mi ansiedad…y ya no puedo olvidar lo que he vivido.
Tu baño aún conserva mis pociones, mis esencias, mi estela,
mi estampida,
guardo un tren, un alcatraz, una libélula
y la foto de espaldas que me hicieron dormida.
No soy encaje, ni concha ni malvada,
no es sólo lo que ves, porque me he ido.
Mis ideas son más que las espaldas profundas que ves en el
museo.
Soy mi texto y lo que trato de ocultar en el peligro de la
supervivencia,
ropa interior en frasco de otro baño. Otra humedad, mucho frío.
Los abrigos no existen, se regalan a otra mujer que fui en el
ritual ajeno.
no hay nieve en el país y aunque rompa a llorar eternamente,
Solo en ropa interior logro salvarme.
Dejo mis textos en tu casa pero hay más,
más frívolo y profundo, más pagano. Escribo en los espejos y te
encuentras
nadando en este olvido de artificio…
Tus ojos curioseando en la cartera,
buceando en el pasado como un niño. Sólo ves:
las fotos de la infancia con mi madre.0 comments
Torso k - nueves grises
El leve mareo de los cerezos
el tenue verde de las huidizas lagartijas,
las nubes grises retornan los nueves cita con tu sombra y mientras, morir
bajando los peldaños de la decadencia.0 comments
Niemeyer, Charles - Para el espejo que huye
"Mientras sea posible, sálvate en un destello de belleza."
Wendy Guerra
Detrás de toda esta decadencia
de seres heridos,
esa otra cosa inquieta,
la fealdad de la melancolía y sus crepúsculos, ese hechizo del fracaso.
Nosotros, los que perdimos,
nosotros, que derrochamos la vida hasta la muerte,
que cambiamos lo real por lo imaginario,
nosotros, que apreciamos los días solamente porque nos llevan a más días
sin otro valor que seguir la rutina...
Hombres y mujeres, balbuceantes por la vida
en un cruel engaño que nosotros mismos tramamos
con tanto daño,
que se reclinan ante la tristeza
con el arte de los disfraces para ocultarse.
Mientras, los indóciles duendes de la fatalidad se carcajean
de nuestro inútil viaje hacia el espejo que huye.
Un expreso entra en la estación y la vida se detiene en el andén.
Próximo destino el porvenir.
Un hombre con un abrigo gris con dos violetas en el ojal
se encoge de hombros,
medio oculto por las sombras se difumina en fugaz quimera
y desaparece como una voluta de humo.
No nos dice nada.
Tres llamadas entran seguidas en el teléfono. No contesto. El frío está en casa.
Me llamas repetidamente, descuelgo, me hablas de la angustia de las despedidas
del suicidio reiterativo de los paisajes borrosos
del día nunca restituido,
de derrotas y músicas del pasado,
de los amantes esquivos que fuimos
y tú hablas y hablas
con lagrimas a destiempo, de sinsabores,
de nombres, de cosas que ya nada significan,
de la soledad,
del arcángel de la muerte que ronda
del dolor y la culpa,
de la infamia que nos persigue,
los divorcios, los nietos compartidos, los paseos de fin de semana
con los hijos por el parque de hojas pisadas y las coca colas en la terraza de siempre,
y los <llámame>, o esos < a ver cuando nos vemos>, que nunca suceden
y me reprochas antes de cortar.
Ah, las viejas postales de la vida cubiertas de pátina,
todo es sorpresa, como la forma de las nubes, buscamos la belleza en la huida...
ah los viejos budas de porcelana, frágiles como esta languidez de viejo reptil,
pálidos como los recuerdos del día que arrojaste mis maletas
por la ventana y me echaste de casa.
Ahora, me río de todo este vintage de la memoria
con el que levantamos las losas del olvido
para no ser heridos por la nostalgia
como mendigos de horas que declinan su cansancio.
Esta fugaz ternura fingida, esta dejadez, este éxodo,
esta partida siempre a medias,
este mundo que llevamos dentro sin remordimientos,
esta luz del otro lado que nos acosa
todo esto pronto será como todas las viejas músicas, viajes de vuelta.
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