Correo de Náufragos



Freight Train - Chas McDevitt



Sorprende por lo sencilla y fresca que es la melodía. Hace años se la escuché a Pete Seeger, el trasnochado comunista y cantante folk norteamericano. Claro, que luego hasta el presidente del Partido Comunista de Los Estados Unidos trabajaba para el FBI. Es probable que ningún otro músico haya hecho tanto por conservar las canciones populares de los Estados Unidos. Y muchos olvidaron que Seeger compartió una vez escenario con el cantante negro y comunista Paul Robeson en 1949; el Ku Klux Klan estaba cerca del escenario y, cuando el concierto terminó, Seeger y Robeson casi fueron linchados. Una multitud apedreó el auto de Seeger durante kilómetros y terminó sacándoles vidrios del pelo a sus hijos, que tenían unos cinco años. El cantante estaba afiliado al Partido Comunista y, claro, en 1955 lo citó el Comité de Actividades Antinorteamericanas a declarar. Seeger no soltó prenda; hasta 1961, cuando fue a juicio, no se le permitió salir de Nueva York y sus actuaciones eran casi siempre prohibidas. La Corte lo condenó a un año de cárcel, pero salió dos meses antes, en 1962. A esa altura, ya había abandonado el partido, y parece una condena ridicula. Pero la autora del tema es la cantante de blues afroamericana Elizabeth Cotten. Nacida el 5 de enero de 1.895, aprendió de forma autodidacta probando a escondidas de niña con el banjo de su hermano. Como su hermano se llevó el banjo consigo y su guitarra cuando se fue de casa, trabajó hasta conseguir dinero para su primera guitarra, a la que llamó “Stella”, y a los 12 años compuso la legendaria “Freight Train” que nadie conoció hasta décadas después. Se casó a los 15 años y tuvo una hija, Lillie. Siguió practicando su peculiar estilo de tocar la guitarra y aprendiendo canciones religiosas, sin que trascendiera fuera de su hogar. Durante décadas trabajo como asistenta en diferentes casas. Un día encontró, perdida en la calle, a la hija de los Seeger, y la devolvió a su casa. De la amistad con los Seeger, para los que trabajó como asistenta (Pete Seeger, y Ruth Crawford Seeger, ambos musicólogos, él veterano y legendario y combativo cantante de folk) y de la amistad con Ruth surgió la leyenda y el pequeño milagro de ser conocida y poder grabar sus canciones. Un día la descubrieron los Seeger tocando la guitarra en la casa de estos con esa técnica que haría mágica e inimitable, tocando con dos dedos, mezclando el blues, el folk y los ritmos africanos. Elizabeth “Giba” Cotten grabó sus primeras canciones (“Freight Train”) con 68 años y empezó a tocar en público con Seeger, y después en solitario, canciones que se hicieron imprescindibles para cualquiera que se introdujera en el blues rural. Grandes de la música han interpretado sus canciones, desde Grateful Dead hasta Bob Dylan –este último solía abrir sus conciertos del inmenso e inimitable Never Ending Tour, al final de los 90, con el tradicional “Oh babe it ain’t no lie”-.Obtuvo Cotten los mayores reconocimientos nacionales a su trabajo, además de grammys a su disco de canciones en vivo, y premio de su país por la contribución a la cultura y siempre disfrutó tocando en público, a pesar de su edad, con un espíritu que contagiaba a todo el mundo, hasta que sus manos le dejaron hacerlo. Quien la vio actuar nunca podría olvidarlo. Falleció el 22 de junio de 1.987. Aquí cantan el tema los Chas Mcdevitt: Alex Whitehouse, Dennis Carter, Nancy Whiskey, Chas, John Paul y Marc Sharratt.

Freight Train / Lyrics & Music: Elizabeth Cotten
Freight train, freight train, run so fast
Freight train, freight train, run so fast
Please don't tell what train I'm on
They won't know what route I'm going

When I'm dead and in my grave
No more good times here I crave
Place the stones at my head and feet
And tell them all I've gone to sleep

When I die, oh bury me deep
Down at the end of old Chestnut Street
So I can hear old Number Nine
As she comes rolling by

When I die, oh bury me deep
Down at the end of old Chestnut Street
Place the stones at my head and feet
And tell them all I've gone to sleep

Freight train, freight train, run so fast
Freight train, freight train, run so fast
Please don't tell what train I'm on
They won't know what route I'm going

3/17/2007 | Escrito por: kenzo | Hora: 22:28|
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Y Jorge Di Maglia Tocó el Chielov - Damián Ibáñez

El silencio tiene ese lirismo del vacío
y la belleza de las ninfas adolescentes
atrapadas en la oscuridad,
hasta que llega el joven romántico
con su violonchelo
y tensa el arco
para abrir una dimensión desconocida
en los vértices difusos de las sombras,
y desencadenar un rayo de luz
del otro lado del espejo,
para alumbrar entre sus dedos
un pequeño milagro,
apenas un instante eterno y efímero
en el que el sonido
descubre sus misterios
y alza su vuelo sobre el pentagrama
convertido en sentimiento

(pájaro sentimental)

3/16/2007 | Escrito por: kenzo | Hora: 21:20|
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Leonard Cohen - "Take this Waltz"



Take this waltz - Leonard Cohen

Now in Vienna there's ten pretty women
There's a shoulder where Death comes to cry
There's a lobby with nine hundred windows
There's a tree where the doves go to die
There's a piece that was torn from the morning
And it hangs in the Gallery of Frost
Ay, Ay, Ay, Ay
Take this waltz, take this waltz
Take this waltz with the clamp on its jaws

Oh I want you, I want you, I want you
On a chair with a dead magazine
In the cave at the tip of the lily
In some hallways where love's never been
On a bed where the moon has been sweating
In a cry filled with footsteps and sand
Ay, Ay, Ay, Ay
Take this waltz, take this waltz
Take its broken waist in your hand

This waltz, this waltz, this waltz, this waltz
With its very own breath of brandy and Death
Dragging its tail in the sea

There's a concert hall in Vienna
Where your mouth had a thousand reviews
There's a bar where the boys have stopped talking
They've been sentenced to death by the blues
Ah, but who is it climbs to your picture
With a garland of freshly cut tears?
Ay, Ay, Ay, Ay
Take this waltz, take this waltz
Take this waltz it's been dying for years

There's an attic where children are playing
Where I've got to lie down with you soon
In a dream of Hungarian lanterns
In the mist of some sweet afternoon
And I'll see what you've chained to your sorrow
All your sheep and your lilies of snow
Ay, Ay, Ay, Ay
Take this waltz, take this waltz
With its "I'll never forget you, you know!"

This waltz, this waltz, this waltz, this waltz ...

And I'll dance with you in Vienna
I'll be wearing a river's disguise
The hyacinth wild on my shoulder,
My mouth on the dew of your thighs
And I'll bury my soul in a scrapbook,
With the photographs there, and the moss
And I'll yield to the flood of your beauty
My cheap violin and my cross
And you'll carry me down on your dancing
To the pools that you lift on your wrist
Oh my love, Oh my love
Take this waltz, take this waltz
It's yours now. It's all that there is




Toma este vals - Leonard Cohen
Ahora en Viena hay diez mujeres bellas.
Hay un hombro al que la muerte viene a llorar.
Hay un vestíbulo con novecientas ventanas.
Hay un árbol al que van a morir las palomas.
Hay un fragmento que está retorcido desde la mañana
y cuelga en el Museo de la Escarcha.

Ay, ay ay ay.
Toma este vals, acepta este vals,
toma este vals con la mordaza en las mandíbulas.

Oh, te quiero, te necesito, te quiero
en una silla con una revista muerta,
en una cueva en el ápice del lirio,
en algún pasillo de transito donde no ha estado nunca el amor,
en una cama donde la luna ha estado sudando,
en un llanto-grito lleno de pisadas y arena.

Ay, ay ay ay.
Toma este vals, acepta este vals,
toma su quebrada cintura en tu mano.

Este vals, este vals, este vals, este vals
con su aliento muy propio
de brandy y de muerte,
red de arrastre su cola en el mar.

Hay una sala de conciertos en Viena
donde tu boca pasó un millar de pruebas.
Hay un bar donde los muchachos han parado de hablar.
Han sido sentenciados a muerte por las azules melancolías del blues.
Ah ¿ pero quién es que asciende hasta tu retrato
con una guirnalda de lágrimas recién cortadas?

Ay, ay ay ay.
Toma este vals, acepta este vals,
toma este vals que ha estado agonizando durante años.

Hay un ático donde los niños están jugando,
donde yo he tenido que llegar a yacer contigo pronto
en un sueño de farolillos húngaros,
en neblina como velo de alguna dulce tarde.
Y ver‚ lo que has encadenado a tu aflicción,
todos tus carneros y tus lirios de nieve.

Ay, ay ay ay.
Toma este vals, acepta este vals
con su "nunca te olvidaré, lo sabes".

Este vals, este vals, este vals, este vals
con su aliento muy propio
de brandy y de muerte,
red de arrastre su cola en el mar.

Y bailar‚ contigo en Viena.
Estaré llevando un disfraz de río.
El jacinto silvestre en mi hombro,
mi boca en el rocío de tus muslos.
Y enterraré mi alma en un álbum de recuerdos
con las fotografías allí y el musgo.
Me someteré al diluvio de tu belleza,
mi violín barato y mi cruz.
Y tu me arrastrarás en tu baile hacia abajo
hasta las albercas que elevas sobre tu muñeca.

Oh mi amor, oh mi amor.
Toma este vals, acepta este vals.
Es tuyo ahora. Es todo lo que hay.




Rimbaud, Arthur - Iluminaciones
INFANCIA
I

Este ídolo, ojos negros y crin amarilla, sin padres ni corte, más noble que la fábula, mexicana y flamenca; su dominio, azur y verdor insolentes, corre sobre playas nombradas, por olas sin bajeles, de nombres ferozmente griegos, eslavos, célticos.
En la linde del bosque, - las flores de ensueño tinti­nean, estallan, relumbran, - la muchacha de labio de na­ranja, con las rodillas cruzadas en el claro diluvio que surge de los prados, desnudez que ensombran, atraviesan y visten los arco iris, la flora, el mar.
Damas que dan vueltas en las terrazas vecinas al mar; infantas y gigantas, soberbias, negras en el musgo carde­nillo, joyas alzadas sobre el suelo feraz de los bosquetes y de los jardincillos deshelados, - jóvenes madres y hermanas mayores de miradas llenas de peregrinaciones, sultanas, princesas de andares y atuendo tiránicos, pequeñas forasteras y personas dulcemente desdichadas.
Menudo aburrimiento la hora del «querido cuerpo» y «querido corazón».

II

Es ella, la pequeña muerta, detrás de los rosales. - La joven mamá difunta baja la escalinata. - La calesa del primo rechina en la arena. - El hermano pequeño - (¡está en las Indias!) ahí, ante el crepúsculo, sobre el prado de claveles. - Los viejos que han enterrado totalmente tiesos en la muralla de los alhelíes.
El enjambre de hojas de oro rodea la casa del general. Están en el sur. - Se sigue el sendero rojo para llegar al albergue vacío. El castillo está en venta; las persianas están desprendidas. - El cura se habrá llevado la llave de la iglesia. - Alrededor del parque, las casetas de los guardas están deshabitadas. Las empalizadas son tan altas que sólo se ven las cimas rumorosas. Además dentro no hay nada que ver.
Los prados suben hacia las aldehuelas sin gallos, sin yunques. La esclusa está levantada. ¡Oh los Calvarios y los molinos del desierto, las islas y las muelas!
Zumban flores mágicas. Los taludes le mecían. Circulaban animales de una elegancia fabulosa. Las nubes se agolpaban sobre la alta mar hecha de una eternidad de cálidas lágrimas.

III

En el bosque hay un pájaro; su canto os detiene y os hace sonrojar.
Hay un reloj que no suena.
Hay un hoyo con un nido de animales blancos.
Hay una catedral que baja y un lago que sube.
Hay un cochecito abandonado en el bosquecillo, o que desciende por el sendero corriendo, adornado con cintas.
Hay una compañía de pequeños comediantes con trajes de escena, divisados en el camino por entre la linde del bosque.
Hay en fin, cuando se tiene hambre y sed, alguien que os echa.

IV

Yo soy el santo, orando en la terraza, - como los animales pacíficos pacen hasta el mar de Palestina.
Yo soy el sabio en el sillón umbrío. Las ramas y la lluvia se arrojan contra el ventanal de la biblioteca.
Yo soy el peatón del camino real entre los bosques enanos; el murmullo de las esclusas cubre mis pasos. Veo largo rato la melancólica lejía dorada del poniente.
Con gusto sería el niño abandonado en la escollera que partió hacia alta mar, el pajecillo que sigue la alameda cuya frente toca el cielo.
Los senderos son ásperos. Los montículos se cubren de retamas. El aire está inmóvil. ¡Qué lejos están los pájaros y las fuentes! Esto sólo puede ser el fin del mundo, que avanza.../...






ENFANCE

I

Cette idole, yeux noirs et crin jaune, sans parents ni cour, plus noble que la fable, mexicaine et flamande ; son domaine, azur et verdure insolents, court sur des plages nommées, par des vagues sans vaisseaux, de noms férocement grecs, slaves, celtiques.
À la lisière de la forêt - les fleurs de rêve tintent, éclatent, éclairent, - la fille à lèvre d'orange, les genoux croisés dans le clair déluge qui sourd des prés, nudité qu'ombrent,traversent et habillent les arcs-en-ciel, la flore, la mer.
Dames qui tournoient sur les terrasses voisines de la mer ; enfantes et géantes, superbes noires dans la mousse vert-de-gris, bijoux debout sur le sol gras des bosquets et des jardinets dégelés - jeunes mères et grandes soeurs aux regards pleins de pèlerinages, sultanes, princesses de démarche et de costume [,] tyranniques petites étrangères et personnes doucement malheureuses.
Quel ennui, l'heure du " cher corps " et " cher coeur ".

II

C'est elle, la petite morte, derrière les rosiers. - La jeune maman trépassée descend le perron - La calèche du cousin crie sur le sable - Le petit frère - (il est aux Indes !) là, devant le couchant, sur le pré d'oeillets. - Les vieux qu'on a enterrés tout droits dans le rempart aux giroflées.
L'essaim des feuilles d'or entoure la maison du général. Ils sont dans le midi. - On suit la route rouge pour arriver à l'auberge vide. Le château est à vendre ; les persiennes sont détachées. - Le curé aura emporté la clef de l'église. - Autour du parc, les loges des gardes sont inhabitées. Les palissades sont si hautes qu'on ne voit que les cimes bruissantes.D'ailleurs il n'y a rien à voir là-dedans.
Les prés remontent aux hameaux sans coqs, sans enclumes. L'écluse est levée. Ô les calvaires et les moulins du désert, les îles et les meules.
Des fleurs magiques bourdonnaient. Les talus le berçaient. Des bêtes d'une élégance fabuleuse circulaient. Les nuées s'amassaient sur la haute mer faite d'une éternité de chaudes larmes.

III

Au bois il y a un oiseau, son chant vous arrête et vous fait rougir.
Il y a une horloge qui ne sonne pas.
Il y a une fondrière avec un nid de bêtes blanches.
Il y a une cathédrale qui descend et un lac qui monte.
Il y a une petite voiture abandonnée dans le taillis, ou qui descend le sentier en courant, enrubannée.
Il y a une troupe de petits comédiens en costumes, aperçus sur la route à travers la lisière du bois.
Il y a enfin, quand l'on a faim et soif, quelqu'un qui vous chasse.

IV

Je suis le saint, en prière sur la terrasse, - comme les bêtes pacifiques paissent jusqu'à la mer de Palestine.
Je suis le savant au fauteuil sombre. Les branches et la pluie se jettent à la croisée de la bibliothèque.
Je suis le piéton de la grand'route par les bois nains ; la rumeur des écluses couvre mes pas. Je vois longtemps la mélancolique lessive d'or du couchant.
Je serais bien l'enfant abandonné sur la jetée partie à la haute mer, le petit valet, suivant l'allée dont le front touche le ciel.
Les sentiers sont âpres. Les monticules se couvrent de genêts. L'air est immobile. Que les oiseaux et les sources sont loin ! Ce ne peut être que la fin du monde, en avançant.

V

Qu'on me loue enfin ce tombeau, blanchi à la chaux avec les lignes du ciment en relief -très loin sous terre.
Je m'accoude à la table, la lampe éclaire très vivement ces journaux que je suis idiot de relire, ces livres sans intérêt. -À une distance énorme au-dessus de mon salon souterrain, les maisons s'implantent, les brumes s'assemblent. La boue est rouge ou noire. Ville monstrueuse, nuit sans fin !
Moins haut, sont des égouts. Aux côtés, rien que l'épaisseur du globe. Peut-être les gouffres d'azur, des puits de feu. C'est peut-être sur ces plans que se rencontrent lunes et comètes, mers et fables.
Aux heures d'amertume je m'imagine des boules de saphir, de métal. Je suis maître du silence. Pourquoi une apparence de soupirail blêmirait-elle au coin de la voûte ?
...




Infancia - (T.Ramón Buenaventura)

I

Este ídolo, ojos negros y crin amarilla, sin parientes ni corte,más noble que la fábula, mexicano y flamenco; sus dominios,azul y verdura insolentes, discurren por playas nombradas, por olas sin navíos, de nombres ferozmente griegos, eslavos, celtas.
En la linde del bosque — las flores de ensueños tintinean,resplandecen, iluminan, — la muchacha del labio naranja, las rodillas cruzadas en el claro diluvio que brota de los prados, desnudez que sombran, que traspasan y visten los arcos iris, la flora, el mar.
Damas que revolotean en terrazas contiguas al mar; niñas y gigantas, soberbias negras en el musgo verde grisáceo, joyas erguidas en el suelo graso de los bosquetes y jardincillos deshelados, — jóvenes madres y hermanas mayores con la mirada llena de peregrinaciones, sultanas, princesas de andar y de vestir tiránicos, pequeñas forasteras y personas suavemente desdichadas.
Qué aburrimiento, la hora del «querido cuerpo» y «querido corazón».

II

Es ella, la pequeña muerta, detrás de los rosales. — La joven mamá difunta bajo las escalinatas. — La calesa del primo grita en la arena. — El hermano pequeño (¡está en las Indias!) ahí, delante del crepúsculo, en el prado de claveles. — Los viejos enterrados de pie en el bastión de los alhelíes.
El enjambre de las hojas de oro rodea la casa del general. Están en el sur. — omando por el camino rojo se llega al albergue vacío. El castillo está en venta; las persianas están arrancadas.— El cura se habrá llevado la llave de la iglesia. — Alrededor del parque, las garitas de los guardas están deshabitadas.El vallado es tan alto que sólo se ven las cúspides rumorosas.Aunque nada hay que ver, ahí adentro.
Los prados ascienden hacia las aldeas sin gallos, sin yunques. La esclusa está levantada. ¡Oh los Calvarios y los molinos deldesierto, las islas y las muelas!
Flores mágicas zumbaban. Los taludes lo acunaban. Animales de una elegancia fabulosa circulaban. Las nubes se acumulaban en la alta mar hecha con una eternidad de cálidas lágrimas.

III

En el bosque hay un pájaro, su canto te detiene y te ruboriza.
Hay un reloj que no da las horas.
Hay una hoyada con un nido de animales blancos.
Hay una catedral que baja y un lago que sube.
Hay un cochecito abandonado en el boscaje, o que baja por el sendero corriendo, adornado con cintas.
Hay una compañía de cómicos en traje de función, vistos en la carretera por entre el lindazo del bosque.
Hay finalmente, cuando tenemos hambre y sed, alguien que te ahuyenta.

IV

Soy el santo rezando en la terraza, —mientras los animales mansos pacen hasta el mar de Palestina.
Soy el sabio en el sillón sombrío. Las llamas y la lluvia se arrojan contra la ventana de la biblioteca.
Soy el peatón de la carretera entre bosques enanos; el rumor de las esclusas ahoga mis pasos. Miro largamente la melancólica colada de oro del crepúsculo.
Sería con gusto el niño abandonado en el embarcadero que la corriente ha arrastrado a alta mar, el paje que camina por la alameda, tocando el cielo con la frente.
Los senderos son ásperos. Los montículos se cubren de retama. El aire está inmóvil. ¡Qué lejos están los pájaros y las fuentes! Tan sólo puede haber el fin del mundo, camino adelante.

V

Que me alquilen por último esta tumba, blanqueada con cal, con las líneas del cemento en relieve — muy lejos bajo la tierra.
Me acodo en la mesa, la lámpara ilumina muy vivamente los periódicos que releo porque soy idiota, los libros sin interés. – A una distancia enorme por encima de mi salón subterráneo, las casas se implantan, las brumas se congregan. El fango es rojo o negro. ¡Ciudad monstruosa, noche sin fin!
Menos arriba, están las cloacas. A los lados, nada más que el espesor del globo. Quizá los abismos azules, los pozos de fuego. Es quizá en tales planes donde se encuentran lunas y cometas, mares y fábulas.
En las horas de amargura me imagino bolas de zafiro, de metal. Soy dueño del silencio. ¿Por qué un atisbo de tragaluz habría de palidecer en el rincón de la bóveda?...



3/03/2007 | Escrito por: kenzo | Hora: 20:08|
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