Correo de Náufragos



Torso K - Navegar

Navegar sin rumbo
a través de la memoria

para olvidar

que el naufragio acecha
en cada ola

frágil vela
en el mar de la historia.

3/31/2009 | Escrito por: kenzo | Hora: 01:38|
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T. Kenzo - De vigilia s

curvaré la linea
que une nuestros
puntos cardinales
en este sueño sin término
para traspasar
ese horizonte gris
de la vigilia

3/30/2009 | Escrito por: kenzo | Hora: 14:50|


No Doubt - Don't Speak

3/18/2009 | Escrito por: kenzo | Hora: 23:47|
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D.Ibañez - Para llenar los vacíos

Su sabor solo lo conocen
quienes amaron su nombre
con labios de mendigo

bajo las sombras del olvido
el silencio hace su nido
y el tiempo sale a volar

días grises sin final
mentiras que llenan
vacíos de sombras
mentiras para dejar
de mirar atrás.

3/17/2009 | Escrito por: kenzo | Hora: 14:45|


Marianne Faithful - Who will take my dreams away?

3/16/2009 | Escrito por: kenzo | Hora: 23:24|
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Wang Wei - Poema


Últimamente comprendí el significado de la tranquilidad,
día tras día me mantuve apartado de la multitud.
Limpié mi cabaña y la preparé para la visita de un monje,
que llegó a visitarme desde las montañas lejanas.
Vino bajando desde los picos ocultos por las nubes,
para verme en mi casa de techo de paja.
Sentados en el pasto compartimos la resina del pino,
quemando incienso leímos los sutras del Tao.
Al terminar el día encendimos nuestra lámpara,
las campanas del templo anuncian el comienzo de la noche.
Repentinamente advertí que la tranquilidad es realmente Felicidad,
y sentí que mi vida tiene abundante ocio.

3/15/2009 | Escrito por: kenzo | Hora: 18:28|
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Miguel Postigo - Nabocov habla a su mariposa




Anónima y mortal, ayer volabas en el alba. Tu vida duraría lo que dura la breve luz del día.
Pero yo te apresé. No sospechabas que aquel día de ayer fue tu final y tu eterno principio. Fue tu suerte que yo te diese un nombre y una muerte clasificada.

Hoy eres inmortal.
Eres la especie, el nombre, la memoria redentora que salva a tus hermanas, mortales en las trémulas mañanas.
Eres su eternidad.
Eres su historia.
Clavada en un cartón, bajo un letrero, como el Otro, clavado en el madero.

| Escrito por: kenzo | Hora: 02:41|
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Jere - Te mentiría.



Yo...
no me atrevo a recordar,
no me atrevo a sonreír,
no me atrevo a ser feliz.

Sí...
tengo miedo de perder
la cabeza otra vez,
si por ti ya la perdí.

Tú...
que me haces esconder
mis latidos bajo piel,
no te quiero molestar.

Pero, yo...
me he empezado a encabronar,
siento que no tengo na'
y reviento porque sé...

Que te quiero a pesar
que tú sí puedas estar sin mí.
Te mentiría si digo que
en todo el día no pienso en ti.

Porque muero al pensar
que has escondido tu corazón.
Vuelvo a mentirte diciendo que
nunca sería tu trovador.

Porque muero al pensar...

Yo...
cuando duermo sueño que
la luna alumbra tu piel
abrazada junto a mí.

Pero, no...
me despierto y tú no estás
y a mí me come el colchón
y ya vuelvo a recordar.

Que te quiero a pesar
que tú sí puedas estar sin mí.
Te mentiria si digo que
en todo el día no pienso en ti.

Porque muero al pensar
que has escondido tu corazón
Vuelvo a mentirte diciendo que
nunca sería tu trovador.

Yo...
me consumo en la realidad
de olvidarte, me olvidaré.
Quise intentarlo pero fallé.

Siento que te me vas
a cada paso que doy sin ti.
Ardo desnudo en la soledad
cuando te llamo y no estás aquí.

Déjame reventar
el horizonte del porvenir,
dándole al sueño una realidad
con las caricias que hice por ti.

3/14/2009 | Escrito por: kenzo | Hora: 22:46|
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José Agustín Goytisolo - A Veces



A veces
alguien te sonríe tímidamente en un supermercado
alguien te da un pañuelo
alguien te pregunta con pasión qué día es hoy en la sala de espera del dentista
alguien mira a tu amante o a tu hombre con envidia
alguien oye tu nombre y se pone a llorar.

A veces
encuentras en las páginas de un libro una vieja foto de la persona que amas y eso te da un tremendo escalofrío
vuelas sobre el Atlántico a más de mil kilómetros por hora y piensas en sus ojos y en su pelo
estás en una celda mal iluminada y te acuerdas de un día luminoso
tocas un pie y te enervas como una quinceañera
regalas un sombrero y empiezas a dar gritos.

A veces
una muchacha canta y estás triste y la quieres
un ingeniero agrónomo te saca de quicio
una sirena te hace pensar en un bombero o en un equilibrista
una muñeca rusa te incita a levantarle las faldas a tu prima
un viejo pantalón te hace desear con furia y con dulzura a tu marido.

A veces
explican por la radio una historia ridícula y recuerdas a un hombre que en vida fue tu amigo
disparan contra ti sin acertar y huyes pensando en tu mujer y en tu hija
ordenan que hagáis esto o aquello y enseguida te enamoras de quien no hace ni caso
hablan del tiempo y sueñas en una chica egipcia
apagan las luces de la sala y ya buscas la mano de tu amigo.

A veces
esperando en un bar a que ella vuelva escribes un poema en una servilleta de papel muy fino
hablan en catalán y quisieras de gozo o lo que sea morder a tu vecina
subes una escalera y piensas que sería bonito que el chico que te gusta te violara antes del cuarto piso
repican las campanas y amas al campanero o al cura o a Dios si es que existiera
miras a quien te mira y quisieras tener el poder necesario para ordenar que en ese mismo instante se detuvieran todos los relojes del mundo.

A veces
sólo a veces gran amor.

3/13/2009 | Escrito por: kenzo | Hora: 23:15|
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Kenzo T - Los restos



El desamor
es algo cuántico:
cuando se buscan los restos
del naufragio
es difícil predecir
dónde quedaron.

| Escrito por: kenzo | Hora: 02:34|
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Era - Cé


Era un árbol colorido,
era reír y temer...
temblar cerca del mar
y de ti...
era...

3/12/2009 | Escrito por: kenzo | Hora: 18:13|
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Ibañez Hierro - Sueño



Un hombre muere
y tras cada sueño renace
cuando despierta.


He vivido dieciséis mil cuatrocientos días
y muerto otras tantas noches.


En mí siempre hay un hombre
que muere como cualquier otro,
asesinado de tedio y rutinas,
con el miedo y la prisa de otros hombres,
con sus esperanzas y temores,
feliz en sus lágrimas,
respirando en su propia sangre
la sal
de un tiempo de sueño.

3/11/2009 | Escrito por: kenzo | Hora: 02:24|
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Ibáñez H - Cartógrafos Perdidos



todos somos un poco cartógrafos de nuestra propia vida
de nuestros primeros pasos
de aquel largo pasillo que nos aterraba, de aquel gran patio del
colegio que conocimos un primer día sin mapa y perdidos...

y de nuestra desmemoria.

3/10/2009 | Escrito por: kenzo | Hora: 18:22|
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Agustín García Calvo: LXXIX -De Canciones y soliloquios, 1983

Cuando un ensueño, roto al alba, nos deja
Con la palabra entre los labios brumosos
vacía y con la mano en vano gesto perdida,
que iba a apuñarlos unos dóciles pechos
o a acariciar la dulce oreja, tan sorda
que ya ni está siquiera, y que nos quedamos
con personajes conversando que apenas
podemos ya seguir en ellos creyendo,
y el tibio caos de almohadas y sábanas
los va borrando del mosaico florido
los mil colores de cilindros y prismas
de los pequeños arquitectos, y todo
se anega en esta fe de la alta mañana,
hasta ese último sensitivo topacio
del ojo izquierdo de la blanca y hermana
perdida y doble que brillaba en un guiño
de inteligencia, y lentamente se empieza a
reconocer que sí, que nadie, que lejos
están, que a más de quinientas leguas
de aire, y más aún, que ni aun sabemos
que fueran ellas (pues, ¿de dónde la blusa
de seda y algas desvahida?, pues ¿cuándo
en sus mejillas esa veta dorada?)
o si eran otras, y alguien en el ensueño
dijo «Pero a tus quince años», y ahora,
al ir contando con los dedos dormidos
sobre la verga tiesa, puede que sean
lo menos veinticinco, y cuando del todo
al sol los ojos descorramos de lágrimas,
ya nuestra hermana cumplirá treintaycuatro,
entonces uno bien querría… los hay
que se incorporan y se lavan los sueños
con agua y con jabón de ducha y toalla
y al punto por los túneles del trabajo
se meten; otros hay que, llenos de alma,
como una encinta a quien trajera su vómito
cada mañana, de una vez se levantan
para acabar con tanta espera y, los ojos
vueltos adentro, arrojan a medio día
allá por fin por la ventana su cuerpo
hacia el menudo tráfico y a las rápidas
cucarachitas de colores; algunos
también acaso al despertarse recuerdan
que tienen una cita para las cuatro
con su conquista bien real y morena
en la terraza de `La Bola de Oro´,
y así con eso de un tirón se levantan
y en camiseta a rasurarse briosos
se ponen con la espuma de la mañana
y trinan y gorjean y ante el espejo
las bolsas de los párpados se arremangan;
pero yo al menos bien querría que en cambio
mi desesperación como un árbol fuera,
un árbol grande, fuera como un gran árbol.
Así es que, cuando en pie me pongo, sin nada
sobre la piel, sin nada dentro del pecho
y alzo los brazos con las palmas abiertas
hasta tocar el cielo alegre de Mayo
en esa barra en cruz de la claraboya,
y de las tablas polvorientas del suelo
de la buhardilla trepa plantas arriba
la desesperación y fluye brazos abajo
por los sobacos y las piernas enhiestas…
ya, ya se siente, sus raices hundiendo,
que en la madera y el cemento se hinca,
y va rompiendo por tabiques y techos
con los raigones ansiosa de tierra
hasta que allá a través de los siete pisos
mi desesperación en la húmeda sombra
y en la fecunda pudrición de los sótanos
y las cloacas sigue hundiéndose; y mientras
hacia el infierno va enterrándose, en tanto
desde las puntas de los dedos arriba
ya, ya ha arrojado mil retoños y ramos
que se retuercen, y como higuera loca,
creciendo de su misma hambre de cielo,
por los desvanes y las vigas penetra
leñosa mi desesperación y con lentos
crujidos combas las quebranta las tejas
calientes y por los desiertos caminos
del aire avanza, echando a diestra y siniestra
sobre las calles y los ríos abajo
ramas que al punto en yemas gualda revientann
que en verdes ramas se enderezan al punto,
y ya las nubes pasajeras empiezan
a acostumbrarse, desflecándose un poco,
a aposentarse allá en sus últimas hojas.
así va a ser o por semejante modo
mi desesperación: por más que ni sepa
lo que ha de ser, habrá de ser como un árbol
y grande: nadie le pregunte la raza
ni el nombre propio, ni si va a ser un pino
que críe rosas ni si una morera
temblante de la blanca fiebre del álamo
ni si castaño ni si cedro de Indias
o si olmo negro o roble o sándalo o fresno
padre de hadas: pues que todos a una
será y al mismo tiempo será ninguno;
más será un árbol grande, más que las casas
más altas, alto más que en tarde de otoño
la luna pálida: en mitad de la plaza
del pueblo devastada sube sin tino,
dudando en cada tramo de su corteza,
mas desesperanzadamente derecho,
y ahí está: las ramas bajas antiguas
se tenderán sobre las calles y campos
y darán sombra a las espigadoras
bajo el estío y en otoño a los bancos
mantas de hojas amarillas y tiernas
donde piojosos duerman los vagabundos;
en tanto, arriba todo el año las ramas
tan verdes estarán rendidas de frutos,
unos canosos de pelusa violeta,
otros heridos en almíbar y oro,
otros riendo a boca roja rachada,
algunos como de esmeralda en racimos
y también otros como nueces de lluvia,
pero que todos los irá verdaderos
el árbol inventando, al paso y medida
que cada boca acierte el nombre granado
del fruto; y entre tanto, arriba, oreosas,
las frondas estarán cargadas de pájaros,
los unos gorjeando como de plata
arroyos de la tarde, y otros silbando
como la aurora entre las rocas marinas,
y otros piando como espigas de grano
de melodía, y zureando de siestas
roncas de amor, y punteando los ecos
del tiempo sin reloj, y mismo a las hojas
haciéndoles trinar, y mismo a los vientos
enhechizados enseñándoles sólfa
de arruyos; y aún el mismo árbol alado
creciendo sigue de la música sola
hacia el Océano desbordado del cielo
ya limpio de tiranos y nada nunca
escrito; y sin embargo, en tanto, a lo hondo,
en las entrañas de las minas pozos
a los enanos que labran
la oscuridad en mil rubíes y en ópalos
y cuya vida son extrañas industrias,
telares de seda de los gorgojos
de luz, imprentas de blasfemias miniadas
con zumo de verbena y de leche del piojo
de púrpura, y las tintineantes fraguas
del oro rojo —verde por siempre el oro,
que nunca puede madurar en moneda—,
y a sus ferrocarriles de humo de sueño,
que ajetreados van llevando semilla
de niños huérfanos y amapolas por todos
los recovecos de la tierra preñada,
también gozoso sin cesar tunelillos
les iba abriendo con sus raíces blancas
el árbol grande; pero aún sin embargo
será mejor: pues en mitad de la plaza
del pueblo, joven de mil miles de años
—cada año más deshilachadas sus horas—,
el árbol seguirá abrigando de fresco
la gente en desconocimiento florida:
bajo sus ramas montaran unos toldos
de seda, en donde venderán naranjada
por besos y piñones por aún menos;
y alrededor ensamblarán unas mesas
muy largas con entalladuras de oro
y enguirnaldadas de arrayán, para fiesta
de convidados forasteros que acaso
con hambre lleguen; por vïales de grava
bajo su sombra se vendran paseando
gentiles pares en pelusa de barba,
risueñamente conversando de asuntos
de desgobierno; al pie del tronco, sentadas
en tantas muescas que abre el árbol en torno,
peinándose ellas con marfiles y platas
las mil diversas cabelleras y rizos
y bucles y melenas lasas y crenchas
o candeales o de bárbaro fuego
o bien endrinas o de oro pesadas,
aquellas todas que entre calles y ruido
cruzaban por los ojos sembrando guerra
con su sinnúmera andadura, y pasaron
de largo: todas mansas, juntas, ahora
reclinan contra el tronco los blancos hombros
inagotables y en las ramas se dejan
perderse en un común recuerdo los ojos
de inteligencia sonrientes; en una
plazoletilla de sol que hay bajo el árbol
también habrá como un templete de tablas
armado, en donde con timbales y cuernos
van recitando su papel cuatro máscaras
vestidas de oropel y grana en harapos,
mientras por las verdeantes lagunas
barquillas con faroles entre los juncos
se van durmiendo a la coral de las ranas,
sembrando de bengalas y fuegos fatuos
las aguas bajo el árbol; otros a rastras
por las veredas y la yerba y los huecos
del tronco buscarán desnudos algunas
simientes raras que de lo alto llovieron,
menudas letras griegas de plata alada,
con las que luego componer unos libros
hermosos sin sentido; y desde las ramas
más gruesas él también dejará que muchos
columpios cuelguen y a sus lánguidas cuerdas
asidos cacen mariposas o vértigos
de sol o luna; y en sus tiernas cortezas
él dejará también, el árbol antiguo,
que con la punta de navajas de nácar
se graben los nombres de los vanos amores
de los enamorados
sin esperanza.

3/09/2009 | Escrito por: kenzo | Hora: 00:36|
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El ultimo de la fila - Cuando el mar te tenga

3/08/2009 | Escrito por: kenzo | Hora: 00:18|
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San Juan de la Cruz - La noche oscura

En una noche oscura,
con ansias en amores inflamada,
(¡oh dichosa ventura!)
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada. 5

A oscuras y segura,
por la secreta escala disfrazada,
(¡oh dichosa ventura!)
a oscuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada. 10

En la noche dichosa,
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz ni guía
sino la que en el corazón ardía. 15

Aquésta me guïaba
más cierta que la luz del mediodía,
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía. 20

¡Oh noche que me guiaste!,
¡oh noche amable más que el alborada!,
¡oh noche que juntaste
amado con amada,
amada en el amado transformada! 25

En mi pecho florido,
que entero para él solo se guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire daba. 30

El aire de la almena,
cuando yo sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería,
y todos mis sentidos suspendía. 35

Quedéme y olvidéme,
el rostro recliné sobre el amado,
cesó todo, y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado. 40

3/06/2009 | Escrito por: kenzo | Hora: 23:52|
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Jacobo Fijman - Roe mi frente dura

Roe mi frente dura
el lobo de la media noche.

Una escondida estrella arrima su sosiego.

Entre todos los soles ya se me canta aceite de júbilos.

Siento en mis manos venir la estrella de la mañana.

3/02/2009 | Escrito por: kenzo | Hora: 00:55|
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