Correo de Náufragos



D.Hierro - De nudos.


... Átame
este cinto y recoge este cabello
en un nudo sencillo.
(J.Joyce)


Una breve sonrisa, un pestañeo mudo
las manos temblorosas

la luz en penumbra
ruido de tacones en el pasillo cercano,
pican a la puerta

huyen apresurados los pájaros del miedo
entre el pánico

el pulso muere tan acelerado que cabalga

una flor azul en el jarron
suspira lánguida

Mujer azul, de más allá del mar
tu hora llegó.

Muerde tus labios hasta la sangre
llegó la hora de tu sacrificio

respira profundo,
es tu último aliento
de garza herida de deseo.

8/31/2008 | Escrito por: kenzo | Hora: 02:52|
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D. Hierro - De oasis.


En esos ojos quemé mis naves

y abracé desiertos

de fuego,

en esos ojos inventé

el largo silencio de los espejismos

y la pálida luz del oasis.

8/30/2008 | Escrito por: kenzo | Hora: 02:27|
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Horowitz - En el jardín


El viento de levante canta,
desordena pasadizos húmedos,
levanta exordios de libélulas.
Las mujeres comparten
risas, malaventuras,
lacerados deseos.

Jane Birkin no está.

En el mediodía roto,
en círculo, madres
hablan de madres,
absortas en el goce,
en los dolores,
hijas hablan de hijas.

Aromas que vuelan
ajenas a la mirada
del hombre que mira,
extranjero en la línea
de voces tras la
luz que palpita.

El viento de levante canta,
inventa laberintos con denuedo,
por la hierba reparte insectos
locos. El puchero borbotea
en el fogón. Nadie
piensa en comer.

Jane Birkin no está.

8/29/2008 | Escrito por: kenzo | Hora: 23:51|
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Catulo - Carmen. Poema 76


Si uno en el recordar los bienes que antes hiciera
halla placer, al pensar — que él era bueno y lo es
y que ni santa fianza quebró ni a trueque ninguno
nombre de dios malusó — para a los hombres burlar,
muchos guardados entonces por largos años, Catulo,
de este maldito amor — gozos te esperan a ti:
pues lo que bien pueda un hombre decir o hacer a los otros,
tanto has hecho tú, — tanto tú dicho de bien;
todo lo cual se perdió, a un alma ingrata fiado.
Conque ¿por qué vas tú — a darte martirio ya más?
¿Qué, si no esfuerzas el ánimo y ya de ahí no te sacas
ni, contra venia de dios, — dejas de ser infeliz?
Duro lo es, un largo amor de repente dejarlo.
Duro lo es; pero así — has, como sea, de hacer:
ésta es la sola salud; esto tienes que conseguirlo;
esto has de hacer, da igual — si es imposible o si no.
Dioses, si hay en vosotros piedad, o si a alguien quisisteis,
a punto ya de morir, — última ayuda traer,
a mí, desgraciado, miradme, y si vida pura he llevado,
esta peste arrancad — y esta rüina de mí,
que, como una modorra escurriéndose en mis entrañas,
del corazón de raíz — toda alegría arrojó.
No ya aquello pretendo de que ella me corresponda
o, lo que no puede ser, — quiera vivir con pudor:
pido estar yo sano y dejar mi negra dolencia:
dioses, con esto pagad — lo que de bueno haya en mí.

Versión. Agustín García Calvo.

8/28/2008 | Escrito por: kenzo | Hora: 00:58|
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Blanca Andreu - Hasta nosotros la infancia de los metales raros.


Corónate, juventud, de una hoja más aguda
SAINT-JOHN PERSE

Hasta nosotros la infancia de los metales raros,
la muchedumbre de la plata que nos pudre en su espuma,
su larga espuma larga como una cinta que naciera en un
cuaderno de Back el Joven
Y viniera a morir aquí,
en las aves que anidan en los discos,
mientras Rainer María ya no es tan joven como en la
página 38,
no es ni siquiera un joven muerto,
un infante difunto sin pavana,
y yo lo sé,
y no desfallecemos entre sexos cerrados como libros
cerrados,
pero desfallecemos,
yo me desmayo,
tú te desvaneces,
él siente un ligero mareo sin llegar a la náusea
escrita o no escrita.
Ay, bostezamos ante tazas de azul de metileno,
aspiramos con aire distante el amoníaco,
nos hastiamos frente al alto sonido del vitriolo,
nos coronamos de veronal,
pues no encontramos hoja más aguda.

Mi hermano busca el cetro de mil alas de Heliogábalo,
aquellos niños prefieren la tiara papel,
y estos pequeños cíclopes enfermos del pulmón
que bajan de autobuses o de la marihuana,
y son hermosos como hermafroditas,
se coronan con cipreses de silos color vino:
no han encontrado un árbol más agudo.
Pero qué más da, el vaivén de sus cuerpos es vano y
terrible,
y en absoluto excesiva la droga seria que se teje en la
sangre,
las inyecciones de grave savia,
el hierro y el mercurio en las arterias haciendo de
armadura y filtro,
el casco negro y la zarza negra de ningún caballero andante.

Como en mi medieval historia,
cuando ardían las piedras colegiales
para las brechas en la frente
y el cuerpo me dotaba de opio recién nacido,
la hora propia nos confunde,
nos hace himnos o hijos del antiguo caballo mitológico
y de una niña triste con la vena extendida,
de una aguja levantada por nieve increíble,
por amarillo de palomas persas:
hablemos de los caballos padres,
hagamos alusión a los cascos secretos que nos darán la paz
y a las bridas ningunas,
a las futuras crines delicadamente angustiadas,
hablemos de los caballos padres que nos traerán la
muerte y de la luna de anfetamina,
hablemos de la vena madre que nos traerá la dicha del fin,
hablemos de la virgen bebida extrema,

no hablemos sino del litoral y las vertientes de la locura
que posee a los hombres en los parques y ordena,

sino del puñalito que coronará la arteria coronaria como
diadema suma
con la hoja infantil del metal más raro y más agudo del
mundo.

8/27/2008 | Escrito por: kenzo | Hora: 17:07|
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Juan Carlos Bautista - Lenguas en erección.


Sería bueno morirse de amor,
pudrirse deveras sin remedio,
meterse al culo tibio de la muerte,
derrumbarse,
repartir nuestra flor entre los deudos,

acostarse a esperar esa muerte
sin barbitúricos y sin navajas,
sin nada más que las ganas.

Sería bueno morirse de amor,
enredarse entre las sábanas como un taco,
sudar y sudar hasta que el otro
decida morirse de culpa,

para no estar aquí, junto al teléfono,
dando vueltas al aire del día
con los puños apretados en balde.

8/26/2008 | Escrito por: kenzo | Hora: 01:05|
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Abigael Bohórquez - Duelo


Vengo a estarme de luto por aquellos
que han muerto a desabasto,
por los rútilos o famélicos,
procurando saciar su corazón o su hambre,
cayeron en la trampa
eran flores de arena, papirolas,
artificios de bubble gum, almas de azogue,
veletas de discotheque, aleteos, dispendio,
pero eran también un alma, una palabra,
un esqueleto de pan y sal,
con rincones amables
como el tuyo o el mío, compañero,
un pensamiento hermoso o ruin,
más cosa como nosotros,
hechos un haz de sangre todavía
entre el verdor y el agua de la vida.
Vengo a estarme de luto
por aquellos
que recibieron prematuramente
su funeral de escándalo,
su ración, su camastro, su obituario velado,
pero más por aquellos
que, desde que nacieron,
son confinados, etiquetados, muertos
en sus propios rediles,
herrados, engrillados a un escritorio oculto,
a un cubículo negro.
Ah, caravana de las carcajadas,
carne desamparada de la arcaica matanza,
paredón de la pública befa,
arrimaditos, amontonaditos
en el muro del asco.
Vengo a estarme de luto
porque puedo.
Porque si no lo digo
yo
poeta de mi hora y de mi tiempo
se me vendría abajo el alma, de vergüenza
por haberme callado.
Qué natalicio nuevo de la ausencia,
qué grave el sol
apenitas ayer abeja de oro,
qué viento de crueldad este domingo,
qué pena.
Pero está bien;
en este mundo todo está bien;
el hambre, la sequía, las moscas,
el appartheid, la guerra santa, el Sida,
mientras no se nos toque a Él;
Ese no cuenta,
simplemente está Allá,
loco de risa,
próspero de la muerte,
a gusto.

8/25/2008 | Escrito por: kenzo | Hora: 00:35|
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Francisco Luis Bernardez - Soneto interior.


Aquí donde la tierra es menos tierra,
donde el agua es el agua del olvido,
donde el aire es un aire sin sonido
y donde el fuego ya no mueve guerra;

Aquí donde la tierra se destierra,
donde el agua carece de sentido,
donde el aire prefiere estar dormido
y donde el fuego su pasión encierra;

el hombre de mirada pensativa
substituye las cosas de su casa;
la tierra, con su carne fugitiva,

el aire, con el aire de su aliento,
el agua, con su propio sentimiento,
el fuego, con el fuego que lo abrasa.

8/24/2008 | Escrito por: kenzo | Hora: 14:50|
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Jorge Hernández Campos - En cual estepa.


El animal inacabado
ama el frenesí de su galope:
tantos instantes sucesivos de perfección
engarzados por la ansiedad

Caza furtivo de noche
escurriéndose como tinta
de constelación en constelación
Nadie apetece el don de su agonía

Pero de madrugada, junto al agua estremecida
es devorado por su presa
entre suspiros de insatisfacción

Le amanece cuando trabado de quijadas
admira las carencias de la aurora
y olfatea los hiatos de la brisa

A la luz y a la intemperie
la suave fiera busca el pomo de su ungüento
y se aparea con un almizcle evaporado
en otra bestia igualmente inacabada
.

8/23/2008 | Escrito por: kenzo | Hora: 00:14|
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Vincenzo Cardarelli - Pasado


Los recuerdos, estas sombras tan largas
de nuestro breve cuerpo;
este arrastramiento de muerte
que dejamos mientras vivimos,
los lúgubres y durables recuerdos,
helos aquí de nuevo:
melancólicos y mudos,
fantasmas agitados por un viento fúnebre.
Y ya no eres más que un recuerdo.
Estás clavada en mi memoria.
Ahora sí puedo decir
que eres mía
y que algo sucedió entre nosotros
irrevocablemente.
¡Todo acabó tan rápido!
Precipitado y leve
nos alcanzó el tiempo.
De instantes fugitivos urdí una historia
enmarañada y triste.
Debimos saber que el amor
quema la vida y hace volar el tiempo.

8/22/2008 | Escrito por: kenzo | Hora: 00:53|
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Nikolai Gumiliov - La bahía


El sol se ha retirado por poniente
por detrás de los campos prometidos,
y la bahía en calma
es azul y fragante.

Los juncos han temblado soñolientos,
ha volado un murciélago,
se ha sacudido un pez en el estanque
y van marchándose hacia casa aquellos
que tienen una casa:
con postigos azules,
con sillones antiguos
y una mesa de té.

Me quedo solo, al fresco,
mirando a la bahía soñolienta,
donde es grato nadar por la mañana
y llorar por la noche,
porque te quiero, Señor.

8/21/2008 | Escrito por: kenzo | Hora: 23:27|
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Jose Miguel Ullán - Testamento.


la voz es voz
hiciera
añicos las palabras redentoras

…la quijada blandida,
la mueca de tu hermano,
la saliva secreta, la agonía
capaz, de darte posesión primera,
última ya (oh cuerpo ensangrentado),
herencia de este salmo, tierra ajena,
fuga para siempre, libertad cautiva…

la voz es voz
no existe

no existe aroma nuevo

cerrad mis párpados

“Mortaja” 1970

8/20/2008 | Escrito por: kenzo | Hora: 01:28|
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Gonzalo Rojas - Los Amantes


París, y esto es un día del 59 en el aire.
Por lo visto es el mismo día radiante desde entonces.
La primavera sabe lo que hace con sus besos. Todavía te
busco en ese taxi urgente, y el gentío. Está escrito que esta noche
dormiré con tu cuerpo largamente, y el tren interminable.

París, y éste es el fósforo de la maravilla violenta.
Todo es en el relámpago y ardemos sin parar desde el principio
en el hartazgo. Amémonos estos pobres minutos.

De trenes y más trenes y de aviones errantes nos cosieron los dioses,
y de barcos y barcos, esta red que nos une en lo terrestre.

París, y esto el oleaje de la eternidad de repente.
Allí nos despedimos para seguir volando. No te olvides
de escribirme. La pérdida de esta piel, de estas manos,
y esas ruedas terribles que te llevan tan lejos en la noche,
y este mundo que se abre debajo de nosotros para seguir naciendo.

París, y vamos juntos en el remolino gozoso
de esto que nace y nace con la revolución de cada día.
A tus pétalos altos encomiendo la estrella del que viene en los meses de tu sangre,
y te dejo dormir en la sábana. Pongo mi mano en la hermosura
de tu preñez, y toco claramente el origen.

8/19/2008 | Escrito por: kenzo | Hora: 01:01|
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Charles Simic - Carta


Queridos filósofos: me pongo triste cuando pienso.
¿A vosotros os pasa lo mismo?
Justo cuando estoy a punto de hincar los dientes en el noumenon,
alguna novia antigua me viene a distraer.
"¡Ni siquiera está viva!" grito a los cielos.

La luz invernal me hizo tomar ese camino.
Vi lechos cubiertos con frazadas grises idénticas.
Vi hombres de mirada sombría sosteniendo mujeres desnudas
mientras las maguereaban con agua fría.
¿Era para calmarles los nervios o castigo?

Fui a visitar a mi amigo Bob quien me dijo:
"Alcanzamos lo real cuando vencimos la
seducción de las imágenes".
Yo estaba dichoso, hasta que me di cuenta
de que tal abstinencia nunca sería posible para mí.
Me sorprendí mirando por la ventana.

El padre de Bob llevaba a su perro a pasear.
Se movía dolorosamente; el perro lo aguardaba.
No había nadie más en el parque,
sólo árboles desnudos con una infinidad de formas trágicas
que hacían más difíciles las cosas.

8/18/2008 | Escrito por: kenzo | Hora: 23:47|
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Juan Tobal - La llama.


No es silencio esta llama.
Habla desde muy lejos.
Para ella sangra el pájaro su corazón de aceite.
Ella dice lo ausente sin ruido de palabras,
con la mirada dice
de lo deshabitado.
Tú no puedes nombrarla,
todo en ella es distancia:
su nombre es tan oscuro como la inexistencia,
su luz no está del lado
fragante de la luz.
A nadie habla esta llama
sin suelo de amapolas.
Su quietud no amenaza la inocencia del aire
mientras lame las pálidas estancias del sonido.
No es dolor ni es memoria:
nada en ella se extingue
cuando torna segura
su voz hacia su centro.
Aprende tú esta música de lo que nunca ha sido.
Aprende tú a cantar
como mueren las fuentes.

8/17/2008 | Escrito por: kenzo | Hora: 01:36|
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Charles Simic - El espantapájaros.

Se puede refutar la existencia de Dios
pero no la del diablo.

No verás mejores tomates en mucho tiempo.
Ven, Marta, muérdelos,
como si fueran manzanas.
Y después de cada mordisco
añade una pizca de sal.

Si el jugo se desliza por tu cuello
y mancha de rojo tu escote,
inclínate sobre el lavabo.

Desde allí podrás ver a tu marido,
parado en mitad del sembrado:
una de sus ideas más amargas se le encara
y extiende sus brazos como un espantapájaros. -


— Versión de Jordi Doce

8/16/2008 | Escrito por: kenzo | Hora: 15:26|
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Salvador Novo - La pena de perderte.


Al poema confío la pena de perderte.
He de lavar mis ojos de los azules tuyos,
faros que prolongaron mi naufragio.
He de coger mi vida desecha entre tus manos,
leve jirón de niebla
que el viento entre sus alas efímeras dispersa.
Vuelva la noche a mí, muda y eterna,
del diálogo privada de soñarte,
indiferente a un día
que ha de hallarnos ajenos y distantes.

8/15/2008 | Escrito por: kenzo | Hora: 00:10|
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Renée Vivien - Nuestra es la noche


Hora del despertar... Abre tus párpados.
A lo lejos afila sus luces la luciérnaga.
El asfódelo pálido emana puro amor.
La noche llega. -Vamos, amiga extraña mía.
La luna reverdece el azul de los montes.
La noche es nuestra. El día, que sea de los otros.

Sólo escucho en la hondura de bosques taciturnos
El crujir de tu ropa, de las nocturnas alas.
El acónito en flor, de un blanco quejumbroso,
Exhala sus perfumes, sus íntimos venenos...
Un árbol traspasado con un soplo de abismos
Nos cerca con sus ramas, ganchudas como dedos.

El azul de la noche se expande y fluye. Ahora
Es más ardiente el goce y es la angustia mejor.
El recuerdo es hermoso como un palacio en ruinas...
Fuegos fatuos, entonces, recorren nuestras vértebras,
Pues resucita el alma de las tinieblas hondas.
Solamente la noche nos convierte en nosotros.

8/14/2008 | Escrito por: kenzo | Hora: 23:04|
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Mark Strand - Los restos.


Yo me vacío del nombre de los otros. Vacío mis bolsillos.
Vacío mis zapatos y los dejo al borde de la ruta.
En la noche retraso los relojes;
Abro el álbum familiar y observo al muchacho que fuí.
Digo mi propio nombre. Yo digo adiós.
Las palabras se siguen viento abajo.
Amo a mi esposa pero la aparto de mí.
Mis padres se levantan de sus tronos
hacia el lechoso cuarto de nubes. ¿Cómo puedo cantar?
El tiempo me dice lo que soy. He cambiado y soy el mismo.
Yo me vacío de mi vida y mi vida permanece.

8/13/2008 | Escrito por: kenzo | Hora: 00:22|
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Luis Luna - El pájaro prefiere la fisura.


El pájaro prefiere la fisura
el frágil equilibrio
del nido en la cornisa
como un estado incierto de vacío
desde donde mirar lo que acontece.

8/12/2008 | Escrito por: kenzo | Hora: 23:59|
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Ibáñez, Cedé - Hilos de arena.


Tus senos despertaron al animal

ese hombre que pronuncia tetas con el susurro

de sus labios asesinos

cuando se avalanza a por tu pecho

y un hilo de deseo engorda en cuerda

gruesa soga que se ata al noray

de tu cuerpo herido.

El reloj de arena borra el tiempo en las laderas de tu cuerpo.

8/11/2008 | Escrito por: kenzo | Hora: 00:04|
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Georg Trakl - Transfiguración


Cuando cae la tarde
un rostro azul te abandona furtivo.
Un pájaro canta en el tamarindo.

Un monje apacible
junta sus manos ya muertas.
Un ángel blanco visita a María.

Una corona nocturna
de violetas, trigo y uvas purpúreas
es el año de quien contempla.

A tus pies
se abren los sepulcros de los muertos,
cuando posas la frente en tus manos plateadas.

Silenciosa habita
en tu boca la luna otoñal,
sombrío es el canto ebrio del opio;
flor azul
que suena quedamente en piedras amarillas.


Versión de Helmut Pfeiffer

8/10/2008 | Escrito por: kenzo | Hora: 00:43|
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Eduardo Villalobos - El bosque.


Había tardes de noviembre en que nos íbamos
al bosque
los árboles
eran luciérnagas
foliadas
tenían gris en la paciencia
rugosidades y
tiniebla
y en su sombra
leones enormes nos ladraban.
ella iba de bruces en el aire
en las piedras habitaban las formas
que pensaba
las hojas eran pueblos de respiros y a su espalda
las horas por venir jugaban a mirarnos
los pájaros eran de viento y su luz
nos aturdía
en los ramajes
descubría un mar
una placita ancha
una ventana que daba a las historias
que ya no
guardo

llegábamos al río y en su cauce
nuestras manos se tocaban
era diciembre entonces y sólo faltaba un beso

nunca lo encontramos

y cruzábamos
la esquina
como un presagio

8/09/2008 | Escrito por: kenzo | Hora: 00:53|
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Rolando Revagliatti - En la agitación.


En la agitación
de mi mente
te advertía
desnuda
de espaldas
penetrada
por mi enemigo
y clamando
por mí:

vos
me amabas.

8/08/2008 | Escrito por: kenzo | Hora: 00:59|
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C. Blázquez - El Rastro.


Atardece la carta

macilenta que pardea

con prisa de Viático


El rastro
la integridad del lacre

El rastro
la soledad más firme

8/07/2008 | Escrito por: kenzo | Hora: 01:21|
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Ana Ajmatova - Cuando Escuches El Trueno...


Cuando escuches el trueno me recordarás
y tal vez pienses que amaba la tormenta...
El rayado del cielo se verá fuertemente carmesí
y el corazón, como entonces, estará en el fuego.

Esto sucederá un día en Moscú
cuando abandone la ciudad para siempre
y me precipite hacia el puerto deseado
dejando entre ustedes apenas mi sombra.

8/06/2008 | Escrito por: kenzo | Hora: 23:23|
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Kenzo T - Al otro lado.


Al otro lado

del mundo, si estás,

quién sabe.

8/05/2008 | Escrito por: kenzo | Hora: 02:45|
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Charles Simic - Shelley


Para M. Follain

Poeta de las hojas muertas barridas como fantasmas,
llevadas como multitudes pestilentes, te leí por primera vez
una noche lluviosa en la Ciudad de Nueva York,
con mi atroz acento eslavo,
recitando los melifluos versos
de un volumen desgastado, muy manchado
que había comprado temprano ese día
en una librería de libros usados en la Cuarta Avenida
administrada por un iniciado de los maestros de lo oculto.

El poco dinero que tenía casi lo gasté todo,
caminé por las calles con mi nariz metida en el libro.
Me senté en una sucia cafetería
con las moscas del verano pasado sobre la mesa.
El dueño era un ex marino
al que le había salido una joroba en la espalda
mientras contemplaba la lluvia, la calle vacía.
Estaba contento de verme sentado y leyendo.
Me volvía a llenar la taza con un líquido oscuro como el río Estigia.

Shelley hablaba de un rey loco, ciego y moribundo;
de gobernantes que no veían, no sentían, ni sabían;
de tumbas de las que un glorioso Fantasma podía
irrumpir para iluminar nuestro día tempestuoso.

Yo también me sentía como un glorioso fantasma
yendo a cenar
en un restaurante chino que conocía muy bien.
Tenía un mozo con tres dedos
que me traía mi sopa y arroz todas las noches
sin decir siquiera una palabra.

Nunca vi a nadie más allí.
La cocina estaba separada por una cortina
de cuentas de vidrio que sonaba débilmente
cuando quiera que se abría la puerta de entrada.
La puerta de entrada se abrió aquella noche
para admitir una pálida muchachita con anteojos.

El poeta hablaba del universo eterno
de las cosas... de destellos de un mundo más remoto
que el alma visita en el sueño...
De un desierto poblado sólo por tormentas...

Las calles estaban salpicadas de paraguas rotos
que se veían como fúnebres cometas
que esa muchachita china podría haber fabricado.
Los bares de la calle MacDougal se estaban vaciando.
Había habido una pelea.
Un hombre se apoyaba en un poste de luz con los brazos extendisos
como si estuviera crucificado,
la lluvia lavaba la sangre de su cara.

En un callejón débilmente iluminado
donde la acera brillaba como un espejo de sala de baile
a la hora de cierre...
un hombre bien vestido sin zapatos
me pidió dinero.
Le brillaban los ojos, se veía triunfante
como un maestro de esgrima
que recién había dado una estocada mortal.

Cuán extraño era todo eso... los desechos del mundo
esa oscura noche de octubre...
El amarillento volumen de poesía
con sus Esplendores y Penumbras
que yo estudiaba a la luz de las vitrinas:
farmacias y barberías,
temeroso de mi pequeño cuarto sin ventanas
frío como una tumba de un emperador niño.

8/04/2008 | Escrito por: kenzo | Hora: 23:50|
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Charles Simic - Primavera.


Esto es lo que vi: nieve vieja en el suelo,
tres mirlos acicalándose,
y mi vecina que salió en camisa de dormir
a tender en la cuerda las camisas de su marido.

El viento matutino hacía difícil engancharlas,
levantó el vestido tan por encima de sus rodillas
que tuvo que dejar de hacer lo que estaba haciendo
y dio una buena carcajada mientras se cubría.

8/03/2008 | Escrito por: kenzo | Hora: 23:37|
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Javier González Vega - Variaciones para una cartografía de las laderas de tu nombre. 3ªVº".


Fue el jueves. Jueves de finales de septiembre.
Empezaban a retirar las terrazas de la risa. Guardaban parasoles para otra estación
más propicia cuando es posible olvidar unos labios en otros labios,
como cuando uno se conforma con la fortuna de haber pertenecido a brazos ajenos
durante un segundo seguido de muchos meses.
Era jueves. Finales de septiembre y ya iban de retirada,
cargados con su botín, los jardineros del parque.
El parque tenía esa obscena soledad amarillenta del otoño cargado en oros.
Nada presagiaba nada, algo así como una insensible herida
que hace tiempo dejó de supurar.
Las palomas se mantenían en esa mansedumbre atolondrada de los primeros fríos
y los niños arrojaban miguitas de desolación y tristeza a los peces del estanque.
Era jueves de finales de septiembre.
Los amantes habían descendido hasta la sima de los deseos;
-sólo hay deseos cuando eres capaz de pronunciar un nombre-.
Yo no recordaba tu nombre. Recordaba subir la cuesta hasta tu casa,
recordaba tu calle: Aviador Collar número dos
de una ciudad harta de tramontana,
recordaba tu brazo en mi brazo despertando la esquina del aire.
Recordaba otro parque, otro jueves, otro septiembre oteando el invierno,
pero tu nombre seguía perdido, como huyendo de una reyerta contra la memoria.
No recordar un nombre es como dar por perdido un mar o un bosque,
es algo tan inútil como la gasa sobre el dedo sano,
porque los nombres no se olvidan,
únicamente se pierden porque recuerdan un dolor
y los dolores que se instalan en el olvido duelen más,
duelen mucho más lejos,
duelen como un silencio bronceado en el alma.
Era jueves, finales de septiembre.
Los niños abandonaron el parque arrastrados por la prisa de la cena
y entonces llegó tu nombre bordeando el estanque.
Llegó como si nada hubiera cambiado sino el tiempo,
como si salieras de una generación de cajones cerrados,
como si vinieras de la ultratumba de las palabras,
como si bajaras la cuesta de tu calle a encontrar los raíles vacíos de mi ausencia.
Tu nombre se instaló en mi cuerpo como una sanguijuela adherida a la espalda
y desde entonces estoy cartografiando sus laderas
para que no se deslice más sobre la arcilla de mi historia.

8/02/2008 | Escrito por: kenzo | Hora: 00:31|
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Patricia Damiano - Señor de la batalla


en tu laberinto
quise quedarme
pero la altivez se traza con sangre

anduvimos por esquinas suburbias y hoy despierto a la carcoma
la lámpara desvía la plegaria
de una orden
de la pesadumbre

la camisa esculpe un vientre y sé que está vacío

duélenme los trinos que al alba convocan,
duéleme ese nombre que no es de pájaro ni de fauno

ahora el desierto:
llevaré otro trino, no el de hoy, sabiendo esta mañana,
espejo contiguo -eras espejo-
que ya no queda cosecha para morir con mérito

8/01/2008 | Escrito por: kenzo | Hora: 01:30|
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